sábado, 15 de diciembre de 2012


Formando el cerebro del bebé
Autora: Diane Bales
Fecha de publicación en Neuronilla: 13/02/05

Las investigaciones nos han enseñado muchas cosas sobre la forma en que nuestros cerebros crecen y cambian. Las personas pensaban que el cerebro de los bebés era igual al cerebro de los adultos y que solamente era más pequeño. Ahora sabemos que el cerebro de los bebés es diferente al cerebro de los adultos. El cerebro de los bebés no termina de crecer cuando él o ella nace. Los bebés nacen con billones de células en el cerebro. Durante los primeros tres años de vida, la mayoría de las células en el cerebro se conectan con otras. Estas conexiones nos ayudan a controlar lo que nosotros pensamos y lo que hacemos.
La forma en que funciona el cerebro:
1-. Lo que ocurre antes del nacimiento afecta el aprendizaje. Cuando la mujer está embarazada, necesita comer alimentos saludables y tomar suficiente Vitamina B. El cerebro del bebé puede dañarse si toma bebidas alcohólicas, drogas y si no come los alimentos adecuados.
2-. El cerebro cambia después del nacimiento. La mayoría de las células en el cerebro están presentes antes del nacimiento. Pero la mayoría se conectan con otras durante los primeros 3 años de la vida de su hijo. El cerebro continúa cambiando y creando conexiones hasta los 10 años de edad más o menos.
3-. Lo que ocurre en la vida del bebé afecta su cerebro. El cerebro crea conexiones basadas en lo que hace el bebé. Si su bebé no hace ciertas cosas, algunas partes del cerebro no se van a conectar. Por ejemplo, si su bebé no puede ver bien durante el primer año de vida, puede que su cerebro nunca pueda aprenda a ver con claridad. Esto es porque las células que se necesitaban para hacer ésto nunca fueron conectadas.
4-. El hecho de que su bebé tenga la cabeza más grande, no significa que es más inteligente. Una cabeza grande no significa que se tiene un cerebro más grande. Y el tener un cerebro grande no significa que se es más inteligente. Los delfines tienen cerebros más grandes que las personas. Los seres humanos son más inteligentes que los delfines porque nuestros cerebros funcionan más rápidamente. Tenemos exactamente todas las conexiones que necesitamos.
5-. Los cerebros de los bebés son más activos que los de los adultos. El cerebro de un niño de tres años es dos veces más activo que el cerebro de un adulto. Las células del cerebro están bien conectadas a la edad de tres años. Algunas de las conexiones cambian al paso de los años. Las conexiones que el niño usa más a menudo se fortalecen. Las conexiones que no se usan demasiado se morirán.
6-. El cerebro crece poco a poco. Hay momentos especiales cuando el cerebro aprende las cosas mejor. Los bebés y los niños menores aprenden los idiomas con más facilidad que los adultos ya que sus cerebros están listos para aprender el lenguaje.
7-. Nosotros podemos aprender cosas por el resto de nuestras vidas. Hay momentos cuando el aprendizaje es más fácil. Pero las personas aún pueden aprender cosas cuando son adultos. El aprendizaje puede ser más difícil después de que se acaben las oportunidades para aprender, pero aún puede ocurrir. Los adultos aprenden un nuevo idioma más despacio que los niños. Pero los adultos aún pueden aprender a hablar en otro idioma.
8-. El aprendizaje empieza antes de que su niño vaya a la escuela. Las conexiones en el cerebro que se necesitan para el aprendizaje se empiezan a formar aún antes de que nazca el bebé. Un buen cuidado, temprano en la vida, puede ayudar a que su niño esté listo para aprender. Los bebés crean un lazo fuerte con las personas que cuidan de ellos cuando se les cuida con ternura y amor. Los niños que tienen este fuerte lazo están listos para aprender. El desarrollo del cerebro del niño puede ser más lento cuando ocurren cosas malas, como el abuso y ésto hace que el aprendizaje sea más difícil.
9-. El explorar es bueno para todos los niños. Todos los bebés y los niños necesitan tratar cosas nuevas. Esto le ayuda a las células del cerebro a crear conexiones fuertes. Recuerde que los niños aprenden al hacer ciertas cosas. Permita que su bebé explore el mundo que lo rodea. Déle cosas nuevas para hacer. Ayúdele cuando trata cosas nuevas. Enséñele a ser creativo.
10-. Los niños no necesitan juguetes caros para ser más inteligentes. Lo que los niños necesitan más es ser cuidados con amor y poder explorar las cosas nuevas. Pero no le debe costar mucho hacer cosas con su bebé. Usted puede hablarle o cantarle. Camine con su bebé y muéstrele lo que usted está viendo. Visite la librería y escoja un libro nuevo. Usted le puede ayudar al crecimiento del cerebro de su bebé mostrándole cosas nuevas.

Diana Bale es miembro del Departamento de Familia y Consumo de la Universidad estadounidense de Georgia

 
Artículo publicado en www.neuronilla.com

viernes, 21 de septiembre de 2012


Bebé: ¿Lo estaré malcriando?

Durante el primer año de vida de un bebé, cuántas veces nos preguntamos:“¿Podemos hacerle upa todo el tiempo o estaremos malcriándolo?”; “¿Hasta cuándo lo dejamos dormir en nuestro cuarto?”; “¿Mimarlo o cuidarlo demasiado puede ser contraproducente a futuro?”. La doctora Graciela Basso, neonatóloga, pediatra especializada en desarrollo temprano y psicoanalista, charló con la Revista Sophia y nos aseguró que no es cierto que los chicos se malcríen si los tenemos a upa.

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Ella nos contó que “cuando un bebé está en brazos de la mamá es como si tuviera una placenta externa, una envoltura multisensorial que lo protege de la luz, los olores, los ruidos distintos, a la vez que le permite sentirse cómodo con el olor, los sonidos y el calor que tanto conoce desde el vientre materno”.

Un bebé de pocos meses no tiene capacidad de “manejarnos”, como creen quienes nos aconsejan que no los tengamos a upa o quienes piensan que pueden convertirse en pequeños tiranos de un día para el otro. Para Graciela Basso, hay que hacer todo lo contrario: tenerlos a upa y abrazarlos cada vez que lo requieran. “En el momento en que se corta el cordón umbilical, no se corta el vínculo entre la madre y el bebé –dice la pediatra–. Por el contrario, todo lo que podamos hacer para alimentar y fortalecer el vínculo es bienvenido.

No es malcriado un niño pequeño que prefiere estar más cerca del cuerpo de su mamá. Si a ese bebé que estaba dentro de la panza, calentito, flexionado, con agüita, a los pocos días ya le estamos pidiendo que duerma solo en la cuna, hay algo que no estamos entendiendo. Justamente, el niño que recibe el contacto que necesita y que se siente entendido va a aceptar la cuna libremente después de un tiempo.

El cerebro del niño pequeño todavía es muy inmaduro para asimilar normas de educación”, asegura. ¿Por qué es tan importante no poner límites a este contacto fundamental? Hoy, así como se sabe que no hay leche artificial que reúna los beneficios de la leche materna, ni CD de estimulación o música que sustituya la calidez de la voz de las mamás, también se comprobó que no hay mejor refugio y estímulo para el bebé que pasar los primeros meses de vida muy cerca de la mamá. Con el abrigo de ese cuerpo amado, los recién nacidos se sienten más protegidos y seguros. Y eso les permite desarrollar una seguridad emocional que sentará las bases sobre las que se construirán sus relaciones futuras.

Tan importante es este primer contacto para los chicos que trasciende la figura de la madre. “Para el bebé, lo mejor es estar siempre cerca de la mamá. Pero si ella está deprimida, queda internada o está inhabilitada por algún motivo –dice Basso–, debe haber alguien que cumpla ese rol. En esos casos, el papá, una abuela o una tía pueden permitirle al bebé desarrollar ese apego que será la columna vertebral de la formación de su psiquismo”.

Cuerpo a cuerpo

Hoy en día, entre los accesorios para el bebé que existen en el mercado, hay uno que favorece especialmente ese contacto cuerpo a cuerpo tan beneficioso. Se lo conoce con el nombre de wawita y, con la forma de un pañuelo portabebés, propone una experiencia similar a la que tienen las mamás canguros que llevan a sus crías muy cerca. “Este método, que había dejado de usarse, ahora se valora mucho. Con la ayuda de una wawita o una mochilita, se puede tener al bebé sobre el pecho, hecho una ranita, y sostenerlo como lo sostenían en las civilizaciones antiguas.

El niño que está cerca de mamá mientras ella viaja, trabaja o hace las tareas de la casa –aunque sólo sea a la mañana o la noche, o los fines de semana– será un bebé más tranquilo y seguro,” explica. Esta comunión nos permite conocer más al bebé y poder escuchar o “leer” mejor sus demandas y necesidades. Una madre que conoce a su hijo y apela a su instinto es también una mamá más tranquila y segura.

Por eso es que Basso nos recomienda reconocer las señales que nos dan nuestros bebés: “A través de los diferentes tipos de llantos, podemos saber si les duele algo, si tienen sueño o hambre, o si es hora de cambiarles el pañal. Hay que estar muy atentos a la mirada de los bebés: si están interactuando con algo deben mirar eso y no hacia los costados. La sonrisa también es una señal que aparece desde los dos meses. Más tarde, los bebés sostienen la cabeza y son más interactivos; uno les habla y abren la boca; siguen la cadencia y la voz de la madre. Tal vez, en lugar de la cuna sofisticada o la mamadera más cara, es más importante estar pendiente de esto que no es ni más ni menos que la capacidad de entender al otro”, explica


Una vez que el chico comenzó a alimentarse bien, aparece la necesidad de adquirir hábitos de sueño para que pueda diferenciar el día de la noche, y la vida familiar empiece a encontrar un equilibrio. Desde un primer momento, es fundamental darles una organización clara. Si establecemos rutinas, en poco tiempo veremos que nuestro hijo agradece ese ritmo y está más tranquilo. Por eso, a la libertad para dar afecto hay que sumarle una rutina determinada.

“Durante el primer año de vida no se puede disciplinar al bebé, pero hay que establecer ritmos claros: podemos bañarlo a un mismo horario, ponerle una determinada música, ayudarlo a dormir en su cuna o que vuelva a dormirse cuando se despierta. Hay padres que vienen al consultorio y me dicen: ‘Yo lo llevo, lo traigo, lo pongo en la camioneta, vamos para acá, para allá’. Entonces, el chico duerme mal y ellos se quejan.  El sistema nervioso permite discernir, y para que el niño pueda discernir, tiene que tener un cierto grado de anticipación, que se lo brinda la relación con su familia y las rutinas”.


Todas las mamás que hayamos atravesado el puerperio y esos primeros días en los que no dormímos bien, atentas a que el bebé se alimente, al llanto o a los cólicos, nos sentimos identificadas cuando Basso dice que en medio de ese proceso inicial, sobreviene una etapa de locura que, afortunadamente, resulta normal y transitoria. “La demanda para las madres en los primeros meses de vida es enorme y se viven muchos cambios –explica la especialista–. Debe adaptarse el ritmo del bebé, a la lactancia, a las pocas horas de sueño. Cada una de estas situaciones genera un cambio en el estado emocional.

El pediatra y psiquiatra Donald Winnicot decía que la mujer, en las primeras semanas de vida del bebé, experimenta una ‘locura normal’ porque, ¿quién elegiría estar encerrado cambiando pañales y dando el pecho cada tres horas, todos los días?

Hay mamás que sienten que esa situación no va a terminar nunca, pero hay que llevarles un mensaje tranquilizador porque hacia los cuarenta días la mamá y el bebé logran acoplarse y todo empieza a normalizarse”, dice Basso. A estos cambios hay que sumarle la exigencia que tienen algunas mujeres de volver a trabajar, pasados los tres meses. “Hay mamás que no pueden dejar de trabajar, y están las que se sienten atrapadas en esa locura transitoria que se establece con el bebé y quieren salir de esa situación aun con el costo de extrañarlo. En estos casos, yo les recomiendo que cuando se sientan cansadas, se tomen un respiro para volver a casa con otros aires y otro brío”, dice la pediatra. Aun así, el consejo para todas es que se dediquen a los primeros meses de vida de sus hijos y los disfruten.

 “El mejor mensaje que les puedo transmitir a las madres es que busquen la manera de estar la mayor cantidad de tiempo posible con los chicos porque lo que hacemos durante el embarazo y los primeros meses del bebé es fundamental. Esto no significa estar con ellos las 24 horas, sino intentar bajar un poco las exigencias en el trabajo, siempre y cuando la familia pueda satisfacer sus necesidades materiales. Hablo de tomarnos una pausa más amplia o de escuchar, mientras estemos en casa, esas señales y demandas de las que hablábamos al comienzo. Nuestros hijos esperan nuestra mirada y nuestros brazos tanto como el alimento o el baño caliente antes de dormir.

Lo que podamos hacer con ellos durante el primer año de vida va a ser clave mientras crecen. El tiempo pasa rápido y en la medida que hayan tenido contacto físico y se sientan contenidos, van a ser menos demandantes y más seguros. Entonces, nosotras también aprovechamos esta etapa. No va a pasar mucho tiempo para que esos mismos bebés que lloraban para que los alzáramos empiecen a caminar solos y dejen de pedirnos upa”.

La figura fundamental

La necesidad del bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado fue estudiada científicamente por el psicólogo John Bowlby, quien, a partir de su trabajo en instituciones con niños privados de la figura materna, formuló la teoría del apego. Según esta teoría, el estado de seguridad, ansiedad o temor de un bebé es determinado por la capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (la madre o la persona que esté a su cuidado), y en la medida en que eso esté garantizado, el niño podrá establecer apego, apoyarse y, a la vez, abrazar a otros a lo largo de la vida. Sin esa figura inicial, es difícil que una persona pueda comprender y ponerse en el lugar de los demás.

 
La lactancia y el sueño

La doctora Basso nos dio su mirada sobre el sueño y la alimentación, dos de los principales temas que nos preocupan a las mamás. Acerca de la lactancia nos dice: “Hay mujeres que nacieron para amamantar y les va fenómeno, y otras a las que no les va tan bien y no tienen que sentirse mal por eso. La lactancia es muy compleja y no depende de decir: ‘Yo quiero y le voy a dar’.

La leche materna es ideal: no es costosa, sirve para poblaciones que no tienen recursos, favorece el contacto piel a piel con la madre. Es lo mejor, pero a veces lo mejor es enemigo de lo bueno. Si una mamá le da el pecho a su hijo tres o cuatro veces por día, y una mamadera relajada y tranquila mirándolo, es mejor que estar abrumada, mirando para otro lado y llorando porque está todo el día con el bebé en el pecho y el chico no toma. Ser extremista no es bueno. Si una mujer tiene el don de poder alimentar a su hijo con el pecho fácilmente, debe aprovecharlo. Si no, debe aprovechar a su hijo que está ahí, mirándola y esperándola”.

Sobre el sueño, nos cuenta: Durante los primeros cuarenta días, hay bebés que, si nacieron con buen peso, pueden llegar a dormir seis horas, pero hay otros que no lo logran. También es normal que se despierten en el medio de la noche porque tienen hambre. Mientras duerme, el bebé tiene un estado de conciencia más superficial y otro más profundo y, por eso, a veces se mueven o llorisquean pero en realidad están dormidos. Sin embargo, hay madres ansiosas que interpretan que están llorando porque están despiertos y los levantan, les dan de comer, les cambian los pañales y terminan despertándolos. A veces, es mejor acariciarlos, ponerles la mano encima y dejar que sigan durmiendo. A partir de los seis meses, cuando incorporan alimentos sólidos, empiezan a tener un ritmo más parecido al de un niño y, entonces, podemos esperar que duerman toda la noche”.

 Fuente: Revista Sophia del mes de junio.
www.vivisophia.com

Nota publicada en www.materna.com.ar sin imágenes

martes, 28 de agosto de 2012


Estimular las Habilidades de los Hijos

 Desde que tienen al bebé en sus brazos, los padres comienzan a proyectarle un futuro de alguna forma: a quién se parecerá, qué hará cuando sea mayor, cómo serán sus juegos... Todas las situaciones sirven a los papás para estimular a sus hijos instintivamente y comprobar sus habilidades a cada momento.

 
¿Le gustará la lectura? ¿Será bueno para el dibujo? Tal vez pinte como su madre o juegue a la pelota como el papá, o quizá adore hacer construcciones. Este tipo de proyecciones personales son habituales en los papás y muestran el cariño con el que desean acompañar un crecimiento feliz. Desde el principio los papás suelen imaginarle un futuro a su bebé, aunque sea de manera inconsciente, algo que se detecta, por ejemplo, en el tipo de juguetes que eligen para acercarle.
Amelia recuerda lo que sucedió cuando tuvo su primer bebé: “Mi marido y yo habíamos comprado un juego didáctico súper complejo, con luces, sonidos, objetos de distintas texturas... y nos imaginábamos la cara de satisfacción y sorpresa de Josefina, nuestra hija, cuando lo viera. Ansioso, mi marido lo trajo al Sanatorio. Jose, con sus tres días de vida, ni miró las luces; ¡simplemente, se quedó dormida!”    

 Aquí también valen, como siempre, las buenas intenciones, y aunque cualquier circunstancia resulta útil para estimular en el bebé aquellas habilidades que la mamá o el papá valoren mejor, conviene recordar que no pueden esperarse todas las reacciones en el mismo momento. Los recién nacidos duermen gran cantidad de horas y se cansan fácilmente: para ellos, mirar a su mamá y recibir un baño son grandes “ejercicios”. Y habrá que esperar más de dos meses para que el bebé tome juguetes con sus manos. O seis meses para que se siente y consiga manipular desde esa posición alguna tecla. Pero, además de considerar las etapas adecuadas, lo importante es saber que no es bueno sobreestimular al bebé. Además de cansarlo, esto puede volverlo ansioso, demandante e irritarlo.

Tocar los deditos del bebé y acercarle objetos parece algo menor, pero lo cierto es que con el tiempo esto favorecerá que pueda dominar muchas habilidades esenciales como comer con su propia mano, cepillarse los dientes o atarse los zapatos. Estas capacidades motrices se desarrollan antes si se les dan a los niños amplias ocasiones de usar sus manos, manipular objetos, tocar, explorar y experimentar. No se trata sólo de juguetes, sino de jugar: con su mano, a dar palmaditas, cantarle canciones que involucren sus deditos, etc.

 
 Además, es muy importante considerar las habilidades sociales, que pueden desarrollarse mejor si desde pequeños los chicos se acostumbran al contacto con otros niños y con adultos. Enseñarle al bebé reacciones sencillas como el “hola” o “chau” con la manito (a partir del quinto mes), o tirar besitos (más adelante) es una forma de ayudarlo a encontrar códigos para comunicarse y socializarse. Aunque todavía el bebé no pueda hacerlo por sí mismo, es bueno mostrarle estas actitudes desde el propio ejemplo.
 
 Otro tipo de estímulos desarrollan la comprensión del bebé, algo que sucede en su cabecita desde muy temprano, ante cada cosa que percibe. Por ejemplo, asociar las palabras “mamá”, “papá” o el nombre de los hermanos cada vez que éstos están frente al bebé, es una forma de ayudarlo a relacionar palabras e imágenes. El “no”, el “chau” son otras palabras que va incorporando y entendiendo en su significado, al establecer las asociaciones con la situación en que aparecen. Aun cuando no parezca evidente, el bebé está desarrollando habilidades fundamentales, como la memoria o la lógica de causa y efecto, como sucede al esconder un objeto bajo una manta y dejar que él lo busque. Algo importante para desarrollar habilidades intelectuales es estimular la curiosidad y creatividad del bebé, dejándolo explorar, aunque esto signifique permitir que llene su mano de comida o que estruje una esponja llena de espuma.  

 

Con respecto a las habilidades lingüísticas, hay que tener en cuenta de qué manera hablarle al bebé. Lo importante es hacerlo desde el primer momento. Aunque él no entienda las palabras, sí entiende el tono y reconoce la voz, lo que le permite darle un significado al sonido que escucha. Hablarle  despacio, recalcando las palabras con expresividad y haciendo pausas son formas de empezar a incorporar significados a los sonidos que escucha familiarmente, lo mismo que nombrar los objetos y acciones que se van experimentando, por ejemplo: “ahora ponemos el pañal”. Además, los bebés adoran que les canten y, si son las mismas pocas canciones conocidas, mejor.  
En definitiva, estimular al bebé no es una tarea que se realiza como ejercicio sino naturalmente y sin que los papás se den cuenta siquiera. Si el cariño domina la relación entre ellos, más fácil será tener al bebé atento para captar todo lo que le llegue de ellos y conservarlo. Lo importante es respetar sus tiempos y saber que, si bien los juguetes facilitan la tarea a los papás, no son la única manera de desarrollar las capacidades de su hijo. Cada juego, cada contacto con el bebé promueve tipos de habilidades específicas y todas ellas serán necesarias para sus días futuros, en distintos aspectos de su vida. Por eso, el amor puesto en cada forma de comunicarse con el bebé es una garantía de que está recibiendo el mejor estímulo.

 
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp. Y publicada en www.materna.com.ar

jueves, 9 de agosto de 2012

Juegos y juguetes en bebés

¿Qué es importante al momento de jugar? ¿qué juguetes son los correctos para los bebés?
El tiempo que pasan en familia en el hogar no sólo es importante, además es un momento  precioso que enriquece tanto al bebé o niño, como a los adultos que lo compartan con él. El juego suele ser el motivo perfecto para que esto suceda, para reunirse en familia o disfrutar de un encuentro de a dos: el bebé con la mamá o el papá.

¡ A jugar!
El juego es esencial para el desarrollo físico y mental del niño, y nada lo hará más feliz que jugar y recibir al mismo tiempo la atención exclusiva de sus padres. Los padres son también compañeros de juegos de sus hijos y esto es así especialmente el primer año de vida, cuando el bebé no suele tener demasiadas oportunidades para relacionarse con otros niños. Cada juego que compartan con él será mágico y cada elección valdrá la pena. El tiempo que dediquen a los juegos, por sencillos que sean, servirá para que tu hijo desarrolle sus capacidades y por sobre todo, favorecerá el vínculo entre ustedes y el aprendizaje de procurarse actividades placenteras. Para el bebé el juego es su actividad de tiempo completo y esto demanda una gran energía y mucha atención, para él todo es nuevo, inquietante...a descubrir.

Por medio del juego, el bebé investiga el mundo...es emocionante ser su compañero en esta aventura, lo estimula, es su única manera de aprender y en consecuencia es una parte integral de su desarrollo físico y mental, ya que ofrece al niño la posibilidad de experiencias que responden a distintas necesidades según la etapa del desarrollo que se encuentre transitando. Al jugar, proyecta desde su interior a la realidad externa angustias y miedos propios de su edad, permitiéndole de esta manera elaborarlos mediante una situación del orden del "como si". Es así que frente a un determinado problema puedan ensayar diferentes soluciones, cambiar el final, o cambiar su posición dentro del mismo; como así también frente a una situación placentera repetirla a voluntad.
El juguete le permite mediatizar situaciones traumáticas en su relación con los objetos reales, puesto que los juguetes a diferencia de los mismos, son objetos bajo su total dominio y pertenencia, y consecuentemente con posibilidades de repetir según su necesidad, situaciones dolorosas o placenteras sin exponer a riesgo alguno su relación con los objetos realmente protagonistas de las mismas.
A medida que el niño avanza en su desarrollo, ampliando su tiempo y espacio de exploración, también va variando sus manifestaciones lúdicas: sus intereses, nivel de atención y comprensión, habilidades motrices, etc.
Al momento de nacer, el centro de interés del bebé es exclusivamente su madre. En ella se encuentran todas sus motivaciones de exploración. Sus sentidos están despiertos a todos los estímulos que de ella provengan: su voz, su olor, su mirada y su tacto. En este contacto de piel a piel, se halla la base para el buen desarrollo del niño. Es decir que en este momento, el juguete no despertará más atención que aquellos que propongan distintos estímulos para sus sentidos en desarrollo: sonajeros, mordillos, objetos con diferentes texturas, etc..

Cercano a los 4 meses de vida sucede algo muy importante, los objetos comienzan a funcionar como símbolos y su cuerpo le permite mayor desplazamiento para su encuentro. La actividad lúdica ha comenzado. Su riqueza irá incrementando a medida que su habilidad motriz acompañe el desarrollo. Cuando el bebé intenta y va logrando sentarse, su relación con el mundo que lo rodea, es otra. Ejercerá un dominio distinto frente a los objetos, no sólo puede alcanzar aquel juguete que mira, sino además alcanzar lo que necesita, llevarlo a la boca, chuparlo, morderlo y cuando el interés decae, abandonarlo.

En general, el primer juego al que podemos asistir es el de las escondidas, en el cual elabora las diferentes situaciones de pérdida a las que debe enfrentarse a menudo: pérdida de un objeto, ausencias de la madre, etc. Es en este momento en el que el niño comienza a esconderse detrás de su sábana, que arroja algún juguete a la espera de ser devuelto, que ríe al ver desaparecer a su madre o a su padre momentáneamente tras un almohadón. Es frecuente también a esta altura de su desarrollo, que el niño ya acompañe estas actividades con ciertos sonidos -balbuceos- que forman parte del inicio de su expresión verbal y que explica de alguna manera, el interés de los mismos por los juguetes con alguna característica sonora. Los juguetes que podemos proponer en esta etapa pueden ser por ejemplo: sonajero, cascabeles, cajas musicales, teléfonos, activities o gimnasios (estructuras de las que penden diferentes objetos)etc.
Rondando los 6 meses, el bebé descubre que hay objetos que presentan huecos en donde puede incluir otros objetos más pequeños, o alguna parte de otro objeto. Es en este periodo que el bebé suele entretenerse con los juegos de encastre, plantado, enhebrado o distintos objetos cotidianos que permitan tal actividad: lápiz, cerraduras, llaves, por mencionar algunos de ellos.

Alrededor de los 8, 9 meses el espacio de exploración y por lo tanto el espacio lúdico comienza a ampliarse a medida que el bebé adquiere la capacidad motora para gatear, los objetos son alcanzados aun cuando están a distancia y comienza cierta independencia de los adultos para el logro de sus objetivos, más aún al año de vida, cuando pueden erguirse y se dan  a la marcha. En este momento el andador es una de las posibilidades de mayor entusiasmo; como así también los jumpers, que proponen diferentes actividades en relación al saltar, etc.
Para que el juego conlleve la mayor riqueza posible, lo importante no es tener conocimiento en relación a las etapas evolutivas, ni los aprendizajes esperados en cada una de esas etapas, sino disponer de un tiempo para participar de estas actividades del bebé o niño y alentarlo a jugar.
Nota: artículo publicado en internet por Lic. Marisa Russomando

viernes, 27 de julio de 2012

La sexualidad infantil de los 3 a los 6 años



 Desde el mismo momento de la gestación, los niños van pasando por diferentes periodos de desarrollo conforme van creciendo y madurando. En este artículo voy a hablar del periodo que abarca de los 3 a los 6 años. Un periodo que, en función de los diferentes autores que lo han investigado, podemos encontrar que se llama:
  • Genital infantil o fálico-periodo de identificación ( Reich y seguidores),
  • Fálico genital (Freud y seguidores)
  • Iniciativa versus culpa (Erickson y seguidores)
Qué pasa en este período de desarrollo infantil
Después de aprender a gatear, caminar, hablar, infinidades habilidades motoras, ahora el niño de 3 a 6 años ha llegado a esta nueva fase en la que se da una fusión entre el cuerpo y la persona, con una curiosidad intensa y explícita: quiere saber cuáles son las diferencias anatómicas entre los sexos y quiere  explorar la energía que ahora siente de forma diferente en sus genitales.
Además en este periodo, como investigó Erikson y que Evânia Reichert expone claramente en su libro Infancia, la edad sagrada y en sus talleres, se desarrolla en el niño una preciosa virtud, la iniciativa. Una iniciativa que es fruto de la fuerte curiosidad que nace a esta edad.
Esta curiosidad por el propio cuerpo es grande y va unidad a otras curiosidades y posibilidades de expansión y de placer. Un placer que no se puede entender como el placer sexual adulto, centrado  en el orgasmo o en lo erotico-genital. Si no que es un placer que abarca un ámbito general.

El placer
En esta etapa de la infancia, descubrir el placer que proporciona el propio cuerpo va unido a permitirse disfrutar del placer en todos los ámbitos de la vida: placer por comer algo gustoso, placer de jugar con los amigos, placer de divertirse,  placer de amar a los padres, placer de recibir amor. Es decir, el placer de disfrutar de las cosas que nos da la vida.
En esta fase de desarrollo sexual infantil, los genitales del niño y de la niña reciben por primera vez en su corta vida, una intensa y concentrada carga de excitación.
En el caso de los niños, las erecciones son frecuentes y en las niñas la libido va a activar sensaciones intensas en el clítoris (en la zona de  la vagina no será hasta llegado a la pubertad).
Estas sensaciones son las que les llevarán a rozarse, arrimarse, masturbarse para dar salida a estas sensaciones en su cuerpo. Y como estas sensaciones son intensas, los genitales del niño y de la niña se convierten en estas edades en un canal importante, sano y natural, de descarga de la energía que generan las excitaciones de su cuerpo.
Por eso es necesario que los adultos no castremos, no reprimamos, ni juzguemos de feo o de malo las conductas de roces y masturbación en los niños pequeños.
Iniciativa versus culpa
Si durante este periodo no se respeta, ni se da permiso a esta iniciativa que viene de la mano de la fuerte curiosidad e excitación genital, entonces se genera en el niño el sentimiento de culpa.
El peligro está en que este sentimiento de culpa pase a ser dominante en el niño, silenciando con ello su propia iniciativa y autoexpresión e intercediendo negativamente en la construcción de su autonomía.
Un niño que cuando se toca o roza sus genitales porque está explorando y dando una salida sana a estas sensaciones tan intensas, siente la represión de sus padres  o educadores, se va a sentir culpable de sentir curiosidad, de tener ganas de saber más sobre su cuerpo y sobre el cuerpo de los demás, de tener iniciativas. Afectándole de manera directa en su manera de relacionarse con los demás, de entender el amor, su forma de amar a los demás y de disfrutar con el placer en todos los ámbitos de la vida, y además, también le va a afectar al desarrollo de su inteligencia.

Aptitudes que se desarrollan en esta etapa
Un dato que hay que tener en cuenta es que el impulso sexual en esta etapa de la infancia va unido al impulso epistemofílico, es decir, a la búsqueda por el conocimiento, por aprender cosas nuevas.  Así pues el desarrollo sexual infantil es paralelo al desarrollo cognitivo (intelectual). Si se reprime uno afecto al otro, (E.Reichert, Infancia la edad sagrada).
En resumen, unido al desarrollo de la sexualidad infantil, en este periodo de 3 a 6 años también maduran otras aptitudes en el niño y la niña y todas son importantes para su bueno desarrollo:
la búsqueda por el conocimiento,   
  • la iniciativa,
  • la espontaneidad,
  • la creatividad,
  • la inventiva,
  • la capacidad de disfrutar del placer.
La siguiente fase del desarrollo sexual infantil abarca de los 6 a los 12 años y luego se avanza hacia al periodo sexual en la adolescencia.
Artículo publicado  por Cristina García en www.edukame.com

miércoles, 18 de julio de 2012

LA DENTICIÓN


La aparición de los primeros dientes en el bebé conlleva una mezcla de alegría por el crecimiento y de preocupación por los síntomas que suelen acompañarlo. Herramientas para ayudar al bebé en este período. El cuidado de los dientes del bebé.

 Primero es una manchita blanca en la encía. Y luego, comienza a salir el primer diente del bebé. Este momento es muy recordado por los papás, como un paso más en el crecimiento de su hijo. Por lo general, el primer diente del bebé sale alrededor del sexto mes y es uno de los incisivos medios inferiores. Luego salen los incisivos medios superiores, los incisivos laterales inferiores y los incisivos laterales superiores. Más tarde irán apareciendo los primeros molares y los caninos. En total, el niño tendrá 20 dientes de leche, que comenzará a perder aproximadamente a los seis años. Algunos bebés nacen con dientes y otros comienzan a sacarlos más tarde que el promedio: el pediatra puede explicar estos temas, pero en general no implican problemas de salud.

Es muy normal que la aparición de los dientes traiga consigo una serie de síntomas y de molestias en el bebé, como por ejemplo, un exceso de baba, dolores en las encías, irritación, fiebre, diarrea, tos y hasta cambios de humor. Todo esto no debe preocupar a los papás, ya que no es más que una parte del desarrollo del niño. Igualmente, y ante cualquier duda, es recomendable la consulta con el pediatra. Es importante no suministrar ningún tipo de medicamento o paliativo sin que sea el médico quien lo recete, para evitar reacciones adversas en la salud del niño.
Durante el proceso de la dentición se puede ayudar al niño a sentir menos dolor o a aliviar las molestias que la aparición de los dientes le provoca, con distintas cosas:
                                        
  • Un mordillo o anillo de la dentición: Son juguetes de plástico suave o goma que el bebé muerde con sus encías. Es mejor si están fríos o congelados, por el efecto analgésico que le provocan. Deben evitarse aquellos que tienen pequeños elementos que flotan dentro del mordillo mismo, ya que un niño que ya posee algún diente podría quebrar la goma y se corre el riesgo de que trague el contenido.
  • Un objeto seguro, firme: Y por supuesto, que no sea tóxico bajo ningún concepto. Es normal que en este período los bebés lleven a la boca todos los objetos que encuentran a su paso y los muerdan. Por eso hay que estar atentos. Hasta la toalla o su propio babero son cosas que muerden constantemente. Masticar es un ejercicio, y les produce calma cuando están molestos.
  • Gel Calmante: El pediatra recomendará también, si lo considera necesario, algún tipo de gel calmante o de medicación, en las dosis adecuadas a la edad del bebé, para untar el mordillo o pasar sobre las encías, especialmente si hay ampollas. Pero no debe automedicarse al bebé: siempre es el médico quien receta este tipo de remedios o placebos. De acuerdo a la zona en la que viva o a las características del propio niño, será el pediatra también quien recomiende el suministro de flúor al bebé, ya que a veces los niños necesitan una dosis extra de esta sustancia.
Para cuidar la salud de los dientes del bebé, hay que comenzar a limpiarlos desde que aparecen. Existen en las casas especializadas en niños y en las farmacias, cepillos de dientes acordes a cada edad y dentífricos especiales para bebés y niños. El cepillado debe realizarse dos veces al día, con los elementos adecuados. La mejor forma de cepillárselos es con movimientos de arriba hacia abajo y con movimientos circulares en las encías. Aquí también debe seguirse la recomendación del pediatra, que es quien juzgará la conveniencia del cepillado y el momento para comenzar a hacerlo, según su criterio.

Por supuesto, no es recomendable que en la dieta del bebé haya ingesta de dulces, caramelos y bebidas azucaradas, para evitar la aparición de caries. Es común que en niños que comen caramelos de pequeños, las caries aparezcan durante la dentición, por esto es que no se recomienda su ingestión durante este período.

Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp  y publicada en www.materna.com.ar