martes, 28 de agosto de 2012


Estimular las Habilidades de los Hijos

 Desde que tienen al bebé en sus brazos, los padres comienzan a proyectarle un futuro de alguna forma: a quién se parecerá, qué hará cuando sea mayor, cómo serán sus juegos... Todas las situaciones sirven a los papás para estimular a sus hijos instintivamente y comprobar sus habilidades a cada momento.

 
¿Le gustará la lectura? ¿Será bueno para el dibujo? Tal vez pinte como su madre o juegue a la pelota como el papá, o quizá adore hacer construcciones. Este tipo de proyecciones personales son habituales en los papás y muestran el cariño con el que desean acompañar un crecimiento feliz. Desde el principio los papás suelen imaginarle un futuro a su bebé, aunque sea de manera inconsciente, algo que se detecta, por ejemplo, en el tipo de juguetes que eligen para acercarle.
Amelia recuerda lo que sucedió cuando tuvo su primer bebé: “Mi marido y yo habíamos comprado un juego didáctico súper complejo, con luces, sonidos, objetos de distintas texturas... y nos imaginábamos la cara de satisfacción y sorpresa de Josefina, nuestra hija, cuando lo viera. Ansioso, mi marido lo trajo al Sanatorio. Jose, con sus tres días de vida, ni miró las luces; ¡simplemente, se quedó dormida!”    

 Aquí también valen, como siempre, las buenas intenciones, y aunque cualquier circunstancia resulta útil para estimular en el bebé aquellas habilidades que la mamá o el papá valoren mejor, conviene recordar que no pueden esperarse todas las reacciones en el mismo momento. Los recién nacidos duermen gran cantidad de horas y se cansan fácilmente: para ellos, mirar a su mamá y recibir un baño son grandes “ejercicios”. Y habrá que esperar más de dos meses para que el bebé tome juguetes con sus manos. O seis meses para que se siente y consiga manipular desde esa posición alguna tecla. Pero, además de considerar las etapas adecuadas, lo importante es saber que no es bueno sobreestimular al bebé. Además de cansarlo, esto puede volverlo ansioso, demandante e irritarlo.

Tocar los deditos del bebé y acercarle objetos parece algo menor, pero lo cierto es que con el tiempo esto favorecerá que pueda dominar muchas habilidades esenciales como comer con su propia mano, cepillarse los dientes o atarse los zapatos. Estas capacidades motrices se desarrollan antes si se les dan a los niños amplias ocasiones de usar sus manos, manipular objetos, tocar, explorar y experimentar. No se trata sólo de juguetes, sino de jugar: con su mano, a dar palmaditas, cantarle canciones que involucren sus deditos, etc.

 
 Además, es muy importante considerar las habilidades sociales, que pueden desarrollarse mejor si desde pequeños los chicos se acostumbran al contacto con otros niños y con adultos. Enseñarle al bebé reacciones sencillas como el “hola” o “chau” con la manito (a partir del quinto mes), o tirar besitos (más adelante) es una forma de ayudarlo a encontrar códigos para comunicarse y socializarse. Aunque todavía el bebé no pueda hacerlo por sí mismo, es bueno mostrarle estas actitudes desde el propio ejemplo.
 
 Otro tipo de estímulos desarrollan la comprensión del bebé, algo que sucede en su cabecita desde muy temprano, ante cada cosa que percibe. Por ejemplo, asociar las palabras “mamá”, “papá” o el nombre de los hermanos cada vez que éstos están frente al bebé, es una forma de ayudarlo a relacionar palabras e imágenes. El “no”, el “chau” son otras palabras que va incorporando y entendiendo en su significado, al establecer las asociaciones con la situación en que aparecen. Aun cuando no parezca evidente, el bebé está desarrollando habilidades fundamentales, como la memoria o la lógica de causa y efecto, como sucede al esconder un objeto bajo una manta y dejar que él lo busque. Algo importante para desarrollar habilidades intelectuales es estimular la curiosidad y creatividad del bebé, dejándolo explorar, aunque esto signifique permitir que llene su mano de comida o que estruje una esponja llena de espuma.  

 

Con respecto a las habilidades lingüísticas, hay que tener en cuenta de qué manera hablarle al bebé. Lo importante es hacerlo desde el primer momento. Aunque él no entienda las palabras, sí entiende el tono y reconoce la voz, lo que le permite darle un significado al sonido que escucha. Hablarle  despacio, recalcando las palabras con expresividad y haciendo pausas son formas de empezar a incorporar significados a los sonidos que escucha familiarmente, lo mismo que nombrar los objetos y acciones que se van experimentando, por ejemplo: “ahora ponemos el pañal”. Además, los bebés adoran que les canten y, si son las mismas pocas canciones conocidas, mejor.  
En definitiva, estimular al bebé no es una tarea que se realiza como ejercicio sino naturalmente y sin que los papás se den cuenta siquiera. Si el cariño domina la relación entre ellos, más fácil será tener al bebé atento para captar todo lo que le llegue de ellos y conservarlo. Lo importante es respetar sus tiempos y saber que, si bien los juguetes facilitan la tarea a los papás, no son la única manera de desarrollar las capacidades de su hijo. Cada juego, cada contacto con el bebé promueve tipos de habilidades específicas y todas ellas serán necesarias para sus días futuros, en distintos aspectos de su vida. Por eso, el amor puesto en cada forma de comunicarse con el bebé es una garantía de que está recibiendo el mejor estímulo.

 
Nota supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp. Y publicada en www.materna.com.ar

jueves, 9 de agosto de 2012

Juegos y juguetes en bebés

¿Qué es importante al momento de jugar? ¿qué juguetes son los correctos para los bebés?
El tiempo que pasan en familia en el hogar no sólo es importante, además es un momento  precioso que enriquece tanto al bebé o niño, como a los adultos que lo compartan con él. El juego suele ser el motivo perfecto para que esto suceda, para reunirse en familia o disfrutar de un encuentro de a dos: el bebé con la mamá o el papá.

¡ A jugar!
El juego es esencial para el desarrollo físico y mental del niño, y nada lo hará más feliz que jugar y recibir al mismo tiempo la atención exclusiva de sus padres. Los padres son también compañeros de juegos de sus hijos y esto es así especialmente el primer año de vida, cuando el bebé no suele tener demasiadas oportunidades para relacionarse con otros niños. Cada juego que compartan con él será mágico y cada elección valdrá la pena. El tiempo que dediquen a los juegos, por sencillos que sean, servirá para que tu hijo desarrolle sus capacidades y por sobre todo, favorecerá el vínculo entre ustedes y el aprendizaje de procurarse actividades placenteras. Para el bebé el juego es su actividad de tiempo completo y esto demanda una gran energía y mucha atención, para él todo es nuevo, inquietante...a descubrir.

Por medio del juego, el bebé investiga el mundo...es emocionante ser su compañero en esta aventura, lo estimula, es su única manera de aprender y en consecuencia es una parte integral de su desarrollo físico y mental, ya que ofrece al niño la posibilidad de experiencias que responden a distintas necesidades según la etapa del desarrollo que se encuentre transitando. Al jugar, proyecta desde su interior a la realidad externa angustias y miedos propios de su edad, permitiéndole de esta manera elaborarlos mediante una situación del orden del "como si". Es así que frente a un determinado problema puedan ensayar diferentes soluciones, cambiar el final, o cambiar su posición dentro del mismo; como así también frente a una situación placentera repetirla a voluntad.
El juguete le permite mediatizar situaciones traumáticas en su relación con los objetos reales, puesto que los juguetes a diferencia de los mismos, son objetos bajo su total dominio y pertenencia, y consecuentemente con posibilidades de repetir según su necesidad, situaciones dolorosas o placenteras sin exponer a riesgo alguno su relación con los objetos realmente protagonistas de las mismas.
A medida que el niño avanza en su desarrollo, ampliando su tiempo y espacio de exploración, también va variando sus manifestaciones lúdicas: sus intereses, nivel de atención y comprensión, habilidades motrices, etc.
Al momento de nacer, el centro de interés del bebé es exclusivamente su madre. En ella se encuentran todas sus motivaciones de exploración. Sus sentidos están despiertos a todos los estímulos que de ella provengan: su voz, su olor, su mirada y su tacto. En este contacto de piel a piel, se halla la base para el buen desarrollo del niño. Es decir que en este momento, el juguete no despertará más atención que aquellos que propongan distintos estímulos para sus sentidos en desarrollo: sonajeros, mordillos, objetos con diferentes texturas, etc..

Cercano a los 4 meses de vida sucede algo muy importante, los objetos comienzan a funcionar como símbolos y su cuerpo le permite mayor desplazamiento para su encuentro. La actividad lúdica ha comenzado. Su riqueza irá incrementando a medida que su habilidad motriz acompañe el desarrollo. Cuando el bebé intenta y va logrando sentarse, su relación con el mundo que lo rodea, es otra. Ejercerá un dominio distinto frente a los objetos, no sólo puede alcanzar aquel juguete que mira, sino además alcanzar lo que necesita, llevarlo a la boca, chuparlo, morderlo y cuando el interés decae, abandonarlo.

En general, el primer juego al que podemos asistir es el de las escondidas, en el cual elabora las diferentes situaciones de pérdida a las que debe enfrentarse a menudo: pérdida de un objeto, ausencias de la madre, etc. Es en este momento en el que el niño comienza a esconderse detrás de su sábana, que arroja algún juguete a la espera de ser devuelto, que ríe al ver desaparecer a su madre o a su padre momentáneamente tras un almohadón. Es frecuente también a esta altura de su desarrollo, que el niño ya acompañe estas actividades con ciertos sonidos -balbuceos- que forman parte del inicio de su expresión verbal y que explica de alguna manera, el interés de los mismos por los juguetes con alguna característica sonora. Los juguetes que podemos proponer en esta etapa pueden ser por ejemplo: sonajero, cascabeles, cajas musicales, teléfonos, activities o gimnasios (estructuras de las que penden diferentes objetos)etc.
Rondando los 6 meses, el bebé descubre que hay objetos que presentan huecos en donde puede incluir otros objetos más pequeños, o alguna parte de otro objeto. Es en este periodo que el bebé suele entretenerse con los juegos de encastre, plantado, enhebrado o distintos objetos cotidianos que permitan tal actividad: lápiz, cerraduras, llaves, por mencionar algunos de ellos.

Alrededor de los 8, 9 meses el espacio de exploración y por lo tanto el espacio lúdico comienza a ampliarse a medida que el bebé adquiere la capacidad motora para gatear, los objetos son alcanzados aun cuando están a distancia y comienza cierta independencia de los adultos para el logro de sus objetivos, más aún al año de vida, cuando pueden erguirse y se dan  a la marcha. En este momento el andador es una de las posibilidades de mayor entusiasmo; como así también los jumpers, que proponen diferentes actividades en relación al saltar, etc.
Para que el juego conlleve la mayor riqueza posible, lo importante no es tener conocimiento en relación a las etapas evolutivas, ni los aprendizajes esperados en cada una de esas etapas, sino disponer de un tiempo para participar de estas actividades del bebé o niño y alentarlo a jugar.
Nota: artículo publicado en internet por Lic. Marisa Russomando