martes, 29 de enero de 2013

Las Primeras Comidas del Bebé


Hacia los cinco o seis meses, el pediatra suele indicar a los padres que introduzcan semisólidos en la alimentación del bebé. Comienza una nueva etapa en la relación entre ambos, que marca uno de los primeros pasos hacia la necesaria independencia del bebé, pero que sólo será exitosa con la paciencia y el acompañamiento familiar.

 Después de la leche materna, los semisólidos
"La leche y el corazón de una madre son irreemplazables", afirma un conocido proverbio. Y es así, porque la leche materna posee unas cualidades cuyo valor no puede encontrarse en ningún sustituto. Pero en el transcurso del primer año, los bebés crecen muy rápidamente: su peso de nacimiento se triplica, su medida aumenta en un cincuenta por ciento y, al llegar al año, el cerebro ya ha alcanzado las dos terceras partes de su volumen definitivo. Para coronar estos avances extraordinarios, que no volverán a darse en ninguna otra etapa de la vida, el organismo necesita una alimentación equilibrada, que contenga todos los elementos nutritivos indispensables. Además, esos alimentos deberán ser preparados de manera que al bebé le resulten fáciles de asimilar, no sólo para su pequeña boca acostumbrada a la succión exclusivamente de leche, sino también adaptados al delicado aparato digestivo que recibirá los primeros semisólidos como una novedad. No hay que olvidar que, en el mundo perceptivo del bebé, la boca es un órgano de exploración privilegiado.

Las primeras veces de mi bebé

Las primeras "sesiones" de alimentación serán, seguramente, inolvidables. Marcela recuerda cómo la vivió ella con su primer hijo, Rodrigo: " Dispuse todo el escenario mientras él me miraba, sin comprender; el bebé en su silla nueva, el platito con la banana pisada, la luz adecuada y... ¡mi marido con la máquina de fotos!". Pero las cosas no siempre funcionan como la mamá y el papá prevén, y a esta edad suelen acabar, como en el caso de Marcela, con la foto de una cuchara atrapada por la veloz manito del bebé y una carita embadurnada. Tampoco es fácil cambiar la primera ilusión cuando se lleva la cuchara a la boca por la resignación que es necesaria segundos después, cuando el pequeño hijo escupe todo. Sin embargo, también hay momentos divertidos para todos, concentrados en los inolvidables gestos de aprobación y desaprobación sucesivos que transmite el bebé en su proceso de degustar el novedoso alimento.

El comienzo no es fácil
No es fácil ni, mucho menos, rápido. Introducir las primeras comidas requiere una alta dosis de paciencia. María de los Ángeles lo tiene calculado: " Todo el proceso me llevó al principio, y durante más de dos meses, casi una hora. Después, y por largo tiempo, no pude bajar de los 45 minutos para cada comida. Así que ya sabía que el teléfono o cualquier otra distracción quedaban postergadas para después de ese tiempo". Claro que, como ella misma aclara, los tiempos se van acortando con la experiencia, sobre todo con los nuevos hijos. Pero no está de más saber que ese momento especial y esperado, al que las mamás se enfrentan con tanta energía la primera vez, podrá volverse agotador en las ocasiones siguientes. " Para mí era incluso desgastante", cuenta Marita. " Laura no aceptaba nada, probábamos lo dulce, lo salado, la mezcla, las texturas más variadas... Lo sentía como un fracaso". En esto, los pediatras son tranquilizadores, ya que afirman que los primeros semisólidos no vienen a reemplazar la leche materna ni a añadir un elemento faltante todavía, sino a ir preparando al bebé, que necesitará de estos nutrientes poco a poco. Además, los expertos agregan un consejo: la mamá no debe mostrarse ansiosa, pensando que la vida se reduce a ese momento de la comida. En resumen, estas anécdotas sirven para tranquilizar a las mamás que están por entrar en esta etapa de la alimentación o que vienen probándolo con resultados poco exitosos. Vamos por partes.

Recomendaciones sobre la alimentación de tu bebé

En primer lugar, algunas recomendaciones sobre los elementos que rodean la escena pueden servir. El pequeño lactante, acostumbrado casi exclusivamente a la piel de su mamá, puede percibir el frío metal de una cuchara como un elemento extraño y desagradable, algo bastante comprensible. Por eso, es recomendable utilizar una pequeña cucharita de plástico y cargarla con pequeñas cantidades de alimento también. Tampoco es buena idea rodear la escena de luces, fotos y familiares pendientes del primer bocado. Y cuando el bebé da muestras de desagrado, no seguir intentando sino esperar hasta otro momento más propicio. " Para que la alimentación complementaria sea exitosa", declara la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) , " no sólo se deben indicar los alimentos y nutrientes apropiados, sino también tener en cuenta la disponibilidad en el hogar, seguridad en la preparación y las actitudes, conductas y creencias de quienes están a cargo del niño". Por eso, si la mamá no es quien puede vigilar este proceso, debe asegurarse de que quien la reemplaza comparta con ella la misma idea sobre la alimentación del bebé.

En segundo lugar, ¿a qué edad deben incorporarse los alimentos complementarios? Según la SAP, entre los cuatro y seis meses aumenta la fuerza de succión en la mayoría de los chicos, y aparecen los movimientos laterales de la mandíbula. Esto, junto con la desaparición del reflejo de protrusión de la lengua (llevarla hacia delante), prepara al bebé para recibir los primeros alimentos sólidos. Claro que estos desarrollos responden al promedio, y sólo el pediatra de cada bebé puede evaluar el mejor momento para cada uno. Esta evolución, sin embargo, no puede reemplazar la ingesta de leche materna, que contiene ácidos grasos esenciales en alta proporción. Con todo, los lactantes mayores de seis meses obtienen la mayor fuente de energía que necesitan de los hidratos de carbono, lo que se logra al incorporar la alimentación complementaria. Por eso, la Sociedad Argentina de Pediatría reconoce que esta edad de seis meses es la oportuna para introducirla, ya que es entonces cuando " se ha alcanzado un adecuado desarrollo de las funciones digestivas, renal y de la maduración neurológica".

En tercer lugar, ¿qué tipo de alimento es necesario y en qué orden deben darse? La SAP denomina alimentos transicionales a los que se preparan expresamente para cubrir las necesidades nutricionales del bebé, quien todavía no comparte la dieta del resto de la familia. Entre los alimentos básicos, la SAP recomienda los siguientes preparados para un bebé de seis meses (hay que insistir en que este parámetro es aproximado, y que es el pediatra personal quien debe autorizar la comida de cada bebé):


-  Carne, una cucharada sopera colmada (rallada, para lograr consistencia suave. El hígado de vaca es una opción recomendada).
-  Papa, una pequeña.
-  Zapallo, un pocillo.
-  Aceite de maíz, 2 cucharitas de té.


-  Leche de continuación (200 cm3).
-  Cereal precocido con gluten (25 gr.): dos cucharas y media soperas, al ras.
-  Aceite de maíz, una cucharita de té.

En todos los casos, además, se permite la ingesta de frutas (sin cáscara ni semillas, ni partes no comestibles). La banana pisada es una buena opción para comenzar, incluso añadiéndole jugo de naranja (colado). También la manzana o la pera rallada son buenas alternativas. En ningún caso deben agregarse miel ni azúcar a los alimentos para el bebé, como tampoco es necesario (ni recomendable) ponerle sal a las verduras.

Estas recetas son sólo sugerencias que pueden guiar a la mamá, aunque siempre consultando a su pediatra. Lo importante en esta etapa es vivirla de manera que sea un buen recuerdo y no una pesadilla, para lo cual es bueno saber encontrar el mejor momento y lugar, sin sentir presiones y sin presionar al pequeño tampoco. El bebé puede recibir su primera comida (y las que le sigan) en el horario que sus papás elijan según su disponibilidad. Es indistinto que sea al mediodía, la tardecita o la noche. Lo que sí es clave es que se trate de encontrar el momento en que mamá y bebé estén relajados y tranquilos para disfrutar de un momento más en su relación de afecto.

Nota publicada en www.materna.com.ar  y supervisada por el Equipo Médico de Mamashelp.

sábado, 12 de enero de 2013

LOS NIÑOS Y LAS VACACIONES


Culminada la época escolar, los padres nos preguntamos ¿Qué hacer con nuestros hijos durante las vacaciones? ¿Es prudente que sigan las tan famosas “vacaciones útiles”? ¿Qué hacer para que no se aburran?
Los niños esperan con ansías la época de vacaciones y es que al igual que los adultos necesitan de ellas para despejarse de las tareas habituales que han tenido durante el año escolar para vivir nuevas experiencias. Por otro lado existe la preocupación de los padres sobre qué hacer con sus hijos mientras muchos de ellos trabajan, existe el temor de que este periodo del año se convierta en una época de descontrol, difícil de manejar puesto que dejarán de estar ocupados. Otros se preocuparán más al pensar que sus hijos olvidarán parte o gran parte de lo que aprendieron durante el año escolar y es por ello que recurrirán a las vacaciones útiles, ciclos de nivelación o adelanto y otros preferirán inscribir a sus niños en varios cursos y talleres bajo la premisa de “aprovechar el tiempo libre”. En fin, en esta época del año, la oferta de talleres y cursos de verano para niños es extensa, y cada familia buscará la alternativa que le parezca más adecuada, teniendo en cuenta su situación y las necesidades e intereses de sus hijos.

Al respecto, teniendo en cuenta las características de los niños y las recomendaciones de nuestros especialistas en educación infantil, debemos tener en cuenta lo siguiente:

Las vacaciones no debe ser sinónimo de descontrol, por el contrario los padres deben procurar que se respeten los horarios de sueño y comida de los niños, aunque éste no sea tan riguroso como en la etapa escolar, es necesario que el niño mantenga sus hábitos diarios y que éstos no se pierdan.
Pongámonos en el lugar del niño, si queremos mantenerlo ocupado inscribiéndolo en un programa de vacaciones útiles para aprovechar el tiempo libre o para que su periodo de vacaciones no interfiera en nuestras labores habituales, pensemos ¿nos gustaría a nosotros seguir con las clases cuando hemos esperado con ansias la llegada de las vacaciones? Las vacaciones deben ser en todos los casos periodos de descanso y recreación. Sólo en el caso de que el niño lo necesite deberá seguir programas de recuperación.
Las vacaciones deben ser recreativas y divertidas para el niño, ahora nuestros hijos deben experimentar nuevas opciones, diferentes a las del periodo escolar; no es beneficioso recargarlo con más cursos ya que durante casi todo el año se ha estimulado la parte lógica del cerebro, aquella que está relacionada con el lenguaje, las matemáticas y todas las materias que la escuela refuerza o profundiza constantemente, es necesario estimular la otra parte del cerebro, la parte creativa, de esta manera estaremos favoreciendo el desarrollo y la educación integral del niño, pues ésta es más productiva y completa.
Es conveniente escoger talleres recreativos teniendo siempre en cuenta los gustos y preferencias de su niño, además de brindarle periodos de relajación y diversión, estaremos estimulando su creatividad y las diferentes formas de expresarse, desarrollando su talento y habilidades.
Sepa qué taller elegir para su niño, los talleres recomendados por los especialistas son la práctica del deporte, las danzas, la pintura, el dibujo, la música, el teatro, en fin, todas las actividades artísticas y recreativas que unan la diversión con el desarrollo de habilidades y la creatividad del niño.
Aproveche esta temporada y comparta el tiempo con su hijo, descubran juntos actividades divertidas que además de desarrollar habilidades y talentos, reforzarán las relaciones familiares.
Artículo publicado en www.cosasdelainfancia.com sin imágenes